Mi baúl de recuerdos.

Hemos visto en mil y una películas cómo la protagonista guarda en un baúl las cartas que le escribe su novio, las fotos que ha sacado en su último viaje o las rosas que le ha regalado un admirador secreto. Pero no vivimos en una película, y con lo cual, no mucha gente posee un baúl de recuerdos. Aunque a mí me encantaría tener uno.

Mi baúl sería el típico de madera, pero pintado en rosa. Sería un baúl original, ya que al abrirlo sonarían canciones de La Oreja de Van Gogh, que además de ser un grupo donostiarra, es el que ha marcado mi infancia. Empezando por el día en el que nací, en el interior introduciría a mi Pepito (el conejo de peluche que me regalaron el primer día de toda mi vida), una foto con cada amigo, y otra de cada viaje que he realizado. Además, metería todas las agendas escolares que conservo con las dedicatorias que mis amigas me escribieron en ellas; el último capítulo en DVD de Rebelde Way, la serie que marcó mi preadolescencia; un vaso (lo único que me queda de una de las mejores noches de mi vida); y unas gafas de plástico que me por muy raro que parezca me traen muy buenos recuerdos.

Y cómo no, los dos diarios que empecé a escribir con mucha ilusión a los ocho años, aunque ninguno de los dos se terminara de completar.

¿y tú baúl, cómo sería?