Nunca te he dicho

Nunca te he dicho que antes de que nacieras, ya soñaba contigo cada noche. Soñaba que te defendía de los demás niños de tu edad. Porque soy tu hermana mayor, la que en mis sueños, medía dos metros más que tú, como mínimo. Tampoco te he dicho que nunca olvidaré el taxi negro que nos vino a buscar a los tres cuando el aita nos llamó por teléfono para decirnos que teníamos una nueva hermanita, y que gané una apuesta con Ignacio porque, como yo quería, eres niña. Nunca he querido decirte que aunque toda la vida me haya quejado, en realidad me gusta dormir contigo cada noche y que me cuentes todas tus tonterías y las de tus amigas como si fueran lo más importante de este mundo. Me he guardado para mi que en realidad, cuando te ríes de mi poco pelo sé que lo haces con cariño, y que cuando te digo que tus pies pies parecen traineras, en el fondo me da un poco de rabia que tus botas me queden enormes. He preferido no decirte que aunque te empeñes en decir que yo soy la hermana lista y tú la menos inteligente, en realidad me gustaría que me dieras un poco de tu alegría y simpatía, y que me bastaría con ser la mitad de cariñosa de lo que tú eres. Me he ahorrado el decirte que los ataques de risa y carcajadas contigo no los cambio por los de nadie, y que me encanta saber todo lo que piensas con sólo mirarte, y entender todos tus gestos . No te lo he dicho ya, pero no hay nadie como tú para poner paz en casa cada vez que alguien discute, porque aunque tampoco te lo haya dicho, eres la alegría de la casa.  
Nunca te he dicho que te quiero. Pero sé que sabes todo lo que nunca te he dicho.

Todo sigue igual

Todo sigue igual. La misma gente, los mismos sitios, la misma música. Pero abrigos en vez de bikinis, botas en vez de sandalias, y pieles blancas en vez de morenas. Cuatro meses en otro país conociendo nueva gente y lugares, aprendiendo nuevas culturas, viviendo nuevas experiencias, y la vuelta a casa parece un viaje de regreso en el tiempo. 

Marchaste buscando un giro en tu vida, algo que buscabas y no tenías. 

Pero a veces, escapar de los miedos no es la solución, la clave está en saber apreciar lo que uno tiene e intentar mejorarlo, y no mirar lo que no se tiene. Porque si no, al volver, todo seguirá igual.

Poco a poco

La música no para de sonar, las luces se apagan y encienden continuamente dejando entrever tu silueta al fondo de la pista sujetando un vaso con la mano derecha, apoyado en la barra, en esa postura tan chulesca que te caracteriza.
Terminas la copa, la dejas apoyada y te acercas. Tonteo, acercamientos, miradas amenazantes y controladoras alrededor, y mucha, muchísima atracción. 
Sabes que no debes hacerlo, pero que algún día ocurrirá. Al fin y al cabo, dejarse llevar suena demasiado bien. 
Que hoy es hoy y que mañana será otro día.

Solo una.

¡Qué alegría da comprobar que un año después todo sigue igual!
"Una mirada vale más que mil palabras", y gracias a ella lo puedo afirmar.
Tantas tardes juntas cuando teníamos doce años me hicieron ver que congeniabamos increíblemente bien, que aquello era más que una simple amistad.
Hoy, no nos hace falta más de un abrir y cerrar de ojos para entendernos. Tantos días, noches e incluso viajes juntas han hecho que lleguemos a compartirlo todo, hasta el más mínimo detalle. Tan distintas y tan iguales al mismo tiempo; tantos piques y tantos abrazos; algún lloro y tantas risas.
Hace exactamente un año que me dijo una de las cosas más bonitas que me han dicho nunca, y
ni los kilómetros de distancia ni las horas que nos separan han conseguido enfriar neustra relación.
Ella es mi mejor amiga, somos dos gotas de agua.
Somos dos en una, y una en dos.
ER, ya sabes la frase.

Ahora.

Cuando aparece alguien a quien ves capaz de poder sustituir al anterior; cuando ves el viejo camino ya borroso, y te das cuenta de que el nuevo se presenta más colorido que nunca; cuando aprendes a valorar nuevas cosas y principios, y a darte cuenta de que las apariencias pueden engañar; cuando nos juntamos yo y mis ganas de escribir. Que ya las echaba de menos.

De vuelta

De repente te das cuenta. De la noche a la mañana, entiendes que quien te ha hecho sufrir en vano durante tantos meses no te merece; comprendes que la lucha por intentar conseguirlo no ha merecido la pena y que hay que recuperar el tiempo perdido.

Sin duda

Dicen que la distancia hace el olvido. Yo diría que este dicho viene de siglos atrás, de cuando el padre de familia viajaba a las américas a conocer nuevo mundo, y sus parientes lo daban por perdido. De cuando dos enamorados vivían amores a distancia, comunicándose sólo a través de cartas que con el paso del tiempo, acababan de cansarles demasiado la muñeca. De los amigos que no podían ni siquiera escribirse porque no sabían hacerlo. Entre otros. Pero yo ya no creo en esto. Nosotros hemos formado una enorme familia. Somos una piña. Somos amigos, cómplices y hermanos. Este verano nos hemos unido aún más, y por mucho que en septiembre nos desperdiguemos, todos vamos a seguir siendo los mismos; los mismos grandes amigos. Vamos a seguir siendo doce en uno, y uno en doce. No me cabe la menor duda.